sábado, 14 de julio de 2007

La paradoja del poder

Como bien lo expuso Sebas, parece ser que nos enfrentamos a una paradoja: los verdaderos poderosos son los legitimadores. O sea, quien "acepta" a un poderoso es quien realmente posee el poder.

Esto me recuerda algunos intentos de movimientos de 'desobediencia ciudadana', en los que se intenta presionar al gobierno mediante la ignorancia de las normas establecidas. No se trata necesariamente de violencia ni huelgas, sino algo aún más profundo.

Imaginen que nadie cumpla ningún horario; que nadie respete los semáforos; que, pese a recibir multas, los conductores se estacionen en cualquier lugar; que TODOS se nieguen a pagar un boleto de entrada a algún lugar. Esto, junto a muchos otros actos no-violentos, desembocarían en un caos generalizado, afectando al gobierno de turno donde más le duele: en la "confianza de inversión extranjera".

Algo relacionado con el poder aparece mencionado en la última película de Michal Moore, Sicko, y que considero una gran verdad. En Francia existe una muy buena calidad de vida en parte debido a que el gobierno le tiene respeto -o cierto temor- a la ciudadanía (¿tal vez desde la revolución francesa?). El pueblo francés demuestra su descontento frente al mundo político con marchas cada vez que hay algo que no les parece correcto, y hace no mucho tiempo hubo grandes y violentas protestas en sectores de Francia donde quemaban más de 50 autos diarios.
En Estados Unidos (el oh maravilloso ejemplo que Chile persigue) ocurre todo lo contrario: la ciudadanía le tiene respeto -o bastante temor- al gobierno. Es tal vez por eso que en EE.UU., pese a su supuesta riqueza monetaria y humana, haya condiciones de vida que distan MUCHO de los países verdaderamente desarrollados. Los sistemas laboral, migratorio, educacional, habitacional y de salud son INMENSAMENTE superiores en Francia, Suiza, Inglaterra y varios otros. Claro, los impuestos son también inmensamente superiores, pero en mi parecer vale la pena.

Cuando los legitimadores no se dan cuenta de que ellos son los responsables de asignar el poder, tenemos estilos de vida como los de EE.UU. o Chile. Cuando sí se dan cuenta, tenemos Inglaterra o Francia.

Ahora, se puede abrir un tema también interesante: ¿Cómo administrar el poder, siendo legitimador? Se necesita un grupo de personas, en mi opinión. Sin embargo, este grupo de personas querrá ser liderado por alguien, y ahí tenemos una nueva delegación de poder. Y si se otorga el poder al ser humano incorrecto... tenemos un nuevo fracaso, a menor escala pero que impactará en el objetivo mayor, que es la administración del poder.

Paradójico y, al parecer, infinito.

JM

2 comentarios:

Sebas Maur Atías dijo...

No sé cómo plantear la pregunta final que haces.

Te refieres a cómo administrarían el Poder los "legitimadores" si fueran "poderosos" (Revolución); o cómo podrían administrar su poder pasivo para negociar con los "poderosos" (Sindicatos)

JM dijo...

Lo que planteo es que cuando llega el momento de que 'el pueblo' se rebela usualmente se requiere de una organización; y al elegir el lider de esta organización se produce una delegación de poder. Si esta elección es la equivocada, el destino de la rebelión es poco auspicioso.

Como círculo vicioso.